El rayo es sin duda uno de los fenómenos meteorológicos más llamativos y espectaculares de la Naturaleza. Pero, ¿cómo se producen exactamente? Un rayo no es más que una gigantesca descarga eléctrica, aunque el proceso para que se produzca no es tan sencillo.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que no todas las nubes son capaces de generar rayos. Sólo en los cumulonimbos, esas enormes nubes de desarrollo vertical y con cierta forma de coliflor, se dan las condiciones necesarias. Y es que, en el interior de los cumulonimbos se producen unas corrientes de aire muy potentes. Es como si la nube estuviera constantemente centrifugando aire, como una gran lavadora. Son precisamente esas corrientes verticales de aire las que, de forma efectiva, van separando las cargas positivas y negativas de la nube. Ese proceso genera una gran diferencia de potencial (de millones de voltios), tanto dentro de la nube como entre la nube y el suelo. El aire es un buen conductor de la electricidad así que, cuando el potencial eléctrico es suficiente, se produce la descarga: lo que llamamos rayo.
El relámpago es la emisión de luz que se produce cuando, por el paso de la corriente eléctrica del rayo, se ionizan las moléculas del aire. Por otro lado está el trueno, que es el sonido, el estruendo provocado por la expansión del aire ante el aumento de la temperatura que provoca el rayo. Rayo, relámpago y trueno se producen de forma simultánea, pero nosotros percibimos la luz antes que el sonido, ya que la luz viaja a mayor velocidad. Concretamente la luz se desplaza a 300.000 Km/s, mientras que el sonido lo hace a 343 m/s. Es decir, el sonido viaja prácticamente 1 millón de veces más despacio que la luz. Por eso, primero vemos el relámpago y después escuchamos el trueno.
Ahora mismo hay unas 2.000 tormentas descargando rayos sobre el planeta. Y es que como promedio se calcula que caen unos 100 rayos cada segundo. Puedes encontrar información sobre cómo protegerte de los rayos en este vídeo:
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